¿Qué podemos hacer para cuidar el medio ambiente? ¿Hacemos algo o mejor no hacemos nada? ¿Hacer o no hacer? He ahí la cuestión.
Ayer haciendo zapping me topé con la peli de Malcom X y vi una escena que me llamó la atención. Al protagonista, rodeado de sus guardaespaldas, se le acerca una entusiasta joven blanca para decirle que admira sus enseñanzas y preguntarle qué podría hacer ella para contribuir con su causa. A lo que el Sr. X responde tajantemente: «Nada»
La joven se queda algo descolocada y uno podría interpretar la escena como un gesto de desprecio del negro hacia los blancos en general y hacia la pobre chica en particular. Pero yo lo vi de otro modo. Tal vez lo que le estaba diciendo es que los blancos ya han hecho bastante mal a los negros y ahora les toca a estos recuperar sus derechos sin que aquellos hagan nada para impedirlo. Puede ser, pero no lo sé porque no vi toda la película y no conozco bien las enseñanzas e historia del personaje, más allá de su trágico final (prometo estudiar al personaje).
¿Qué podemos hacer para cuidar el medio ambiente?
Trasladé esta escena al ámbito de la Naturaleza y me imaginé a mi mismo acercándome entusiasta a la Naturaleza, diciéndole lo mucho que admiro su trabajo y preguntándole qué puedo hacer yo para contribuir con su causa y que esta me soltara un desdeñoso «Nada. Ni colaborar, ni limpiar el campo, ni cuidar de los animales, ni enseñar, ni siquiera donar dinero. Nada de nada».
No hace mucho, vi un vídeo en las redes sociales en el que una bandada de ibis eremitas aterrizaba siguiendo a un ultraligero que les está enseñando su recorrido migratorio para que en el futuro puedan hacerlo ellos solos y enseñárselo a sus crías. Aquí tienes la noticia a la que me refiero. Uno se ablanda ante tal esfuerzo humano por un puñado de pajaritos y se pone sentimental: qué bonito gesto, si todos fuéramos capaces de gestos parecidos… ¿O tal vez no?
Algo parecido sucede cuando uno ve a una señora mayor dejando unos botes de comida para gatos en la calle para que los pobres gatos callejeros no pasen hambre y piensa: ¡Qué adorable!
Tal vez los gatos callejeros sean un grave problema para otras especies y el hombre, encarnado en esa señora mayor y en todos los animalistas que defienden el bienestar gatuno, perruno o de la cotorra argentina, no estamos haciendo más que ser cómplices de ese desastre que hemos empezado a causar nosotros mismos tratando de domesticar a animales que en realidad tienen el instinto de salir a cazar y reproducirse con otros gatos, aunque en ciertas zonas eso sea a pesar del gato montés, sapo partero o del grorión común.
En los últimos meses he asistido bastante perplejo a agrias discusiones entre personas que yo considero bien documentadas en distintos ámbitos de la ecología (como rama de las ciencias naturales, no como movimiento social) a cerca de la conveniencia de la demolición de una presa cercana y la posterior renaturalización del cauce o de si es mejor usar los esfuerzos y el dinero que este proyecto costaría para mejorar el nuevo ecosistema creado con esa presa. Honestamente no he alcanzado aún una postura firme, pero me da en la nariz que mis primeros apoyos a la posición de la demolición y renaturalización se basan en una creencia un tanto naif de que el hombre puede deshacer el mal que ha hecho previamente y lo mismo resulta que es mejor no hacer nada.

¿Y es que qué podemos hacer para cuidar el medio ambiente? ¿Qué pasaría si el hombre desapareciera de golpe de la Tierra y simplemente su influencia dejara de formar parte de la ecuación de la Naturaleza? Parece que quedaría un panorama bastante idílico.
Pero, aunque los empeños de la Humanidad parecen contradecir esta afirmación, la Humanidad no va a desaparecer próximamente de esta ecuación o, si lo hace, lo va a hacer tan paulatinamente que será capaz de llevarse por delante a más de una especie en su caída.
Recientemente, en un curso que he hecho de Guías en Espacios Protegidos en el Parque Nacional de Guadarrama, he pensado bastante en este aspecto y en el aspecto de uso público de los PPNN frente a sus esfuerzos de conservación. A todos nos molesta que haya mucha gente en los espacios naturales que visitamos sin darnos cuenta de que nosotros mismos somos parte de esa muchedumbre. Precisamente, uno de los días de prácticas de ese curso, un zorro nos esperaba a los alumnos en el aparcamiento de uno de los centros de visitantes por si alguno le echaba algo de comer.
¿Se contradice todo lo que estoy aquí planteando con los principios fundacionales de NaturaLudus? ¿Sirve para algo toda esta paja mental que estoy poniendo en estas líneas? ¿Seré capaz algún día de poner aquí alguna certeza frente a tantas dudas? Y, lo que es más importante ¿A ti, lector de NaturaLudus, te importa algo lo que estoy escribiendo?
Me parece más interesante la reflexión que planteas que una respuesta clara. Gracias por compartir tus comeduras de coco.
De todos modos acciones como la que compartes en la foto me parecen valiosas y algunas más que si hacemos todos creo que sí ayudaría.
Sí, Cristina, me debiste pillar ecopesimista, porque efectivamente hay acciones que sí son válidas, aunque hay que andar con pies de plomo pues con la mejor de las intenciones se puede destruir más naturaleza de la que se «arregla».
Sea como sea, gracias por leer, por comentar y por aguantar mis pajas mentales 😉
Para alcanzar el por qué de las cosas hay muchos caminos , unos más cómodos que son atajos que te pueden llevar a creencias y no a alcanzar tu objetivo y otros son más largos y dificultosos que pueden ir jalonados por preguntas complejas las cuales te pueden acercar al conocimiento sin tanto riesgo a perderte.
Pues ahí vamos, Antonio, andando el camino de pregunta en pregunta y esquivando como podemos los atajos. Muchas gracias por comentar 😉
Desde luego, las respuestas a todas estas cuestiones que te planteas no son nada fáciles y probablemente, algunas lleven a otras cuestiones, igual mas farragosas. Lo que creo es que no hay que olvidar que nosotros, humildes homínidos, formamos igualmente tanta parte de la naturaleza como el zorrillo que viene a ver que pilla… Si le resulta así mas fácil alimentar a su prole pues…
Estoy de acuerdo contigo, Tatote, en que las cuestiones no son fáciles, ni sus respuestas, en que formamos parte de la naturaleza y en que el zorro se busca el alimento de su prole como puede, igual que nosotros. Pero no en que seamos «humildes», si lo fuéramos otro gallo nos cantaría.
Muchas gracias por leer, por comentar y por estar ahí 😉